Hola de nuevo a todos, quería escribir este artículo antes de seguir con nuestra ruta a Creta, que es donde lo dejamos, recuerden que Lucie y yo habíamos embarcado en el ferry por la noche en Atenas, y no llegaríamos ya a Creta, hasta el día siguiente por la mañana.
Este artículo es un pequeño homenaje a una fenómena, Helene, de Alemania, muy tranquila (es alemana), y con las ideas muy claras. Estuvimos juntos en Lagkada, recuerden el artículo “mi primera familia”. Pasamos muy buenos momentos, realmente todos formamos muy buen grupo. Pero este artículo hace referencia a un día en concreto, un día que fue más largo de lo que pensábamos cuando nos levantamos.
También hay dos vídeos al final del artículo, antes de las fotos, uno de Helene, y otro en homenaje a otra persona, Jorge, él es de México, Fue la primera persona con la que me encontré en Lagkada, llegó un día antes que yo, y nos apoyamos mutuamente en aquellos primeros momentos de incertidumbre. Nos tenemos que ver de nuevo, en México seguro.
En la fotografía del encabezamiento, podéis ver a Helene y Jorge. Esta foto fue unos minutos antes de que Jorge se marchara. Helene llevaba dos o tres días con nosotros. Más tarde llegarían lo demás, con los que formamos una gran familia.
Aquí podemos ver parte del grupo, éste fue creciendo con el tiempo
Recordad que estábamos en un pueblecito con no más de cincuenta habitantes en la montaña. Desde el pueblecito se ve también el mar, y digamos que hay dos caminos hacia él. Uno por carretera dando unas cuantas vueltas, y otro por el cañón, en línea recta. Bueno, explico, este segundo camino digamos que no es una opción para mucha gente, vamos, creo que para nadie, exceptuando para dos locos, una tal Helene, y un tal Javier.
Un día antes en el bar, habíamos comentado nuestra intención, y no se acababan de enterar porque no pensaban o no querían creer que nos referíamos al cañón. Finalmente cuando constataron que nos referíamos a lo que nos referíamos, nos preguntaron qué si estábamos locos, qué cambiáramos la ruta, «¡qué ocurrencias!», qué si estábamos borrachos. Nos miramos, y nos contestamos con la mirada, lo teníamos muy claro.
Finalmente, al día siguiente, nos levantamos no muy temprano, sobre las nueve, desayunamos tranquilamente y sobre las diez dejamos la casa. El primer tramo era como el camino de un cuento, para que os hagáis una idea, era un sendero que bordeaba el cañón por arriba, pero formado por grandes piedras, imitando lo que es una calzada romana, pero sin que éstas estuvieran unidas, íbamos dando pasos largos para ir de piedra en piedra. A nuestra derecha teníamos la caída del cañón.
Podemos ver el sendero con la caída del cañón a la derecha
El camino era precioso, y en un principio íbamos a un buen ritmo, rodeamos el cañón por este sendero sin problemas. Nos encontramos una pequeña ermita que pensábamos que estaba abandonada, pero cuando abrimos la puerta vimos que no. Nos preguntamos para qué esta ermita en la mitad de la nada, pero en Grecia puedes ver muchas así, o pequeños altares.
Seguimos avanzando, y llegamos a un camino principal, que terminaba en una carretera. Antes de llegar a la carretera había una pequeña casa de labor. Aquí paramos, bebimos algo y comimos fruta que había en los árboles, concretamente granadas, yo creo que en Grecia todo el mundo tiene por lo menos un granado, al menos en el Peloponeso, je, je, ves granados por todas partes. También pienso que es la fruta preferida de Helene, siempre estaba comiendo granadas, además de los desayunos que nos hacíamos todos los días con ensaladas de frutas, riquísimos.
Esto lleva, Tunas, mandarinas, granadas, uvas y yogur ( griego por supuesto)
Después del avituallamiento llego el momento de tomar una decisión importante, o nos íbamos ya hacía el cañón, o seguíamos por el camino. ¿Cuál creéis que fue la decisión?, pues sí, exacto, nos fuimos para abajo campo a través, qué podrías esperar de tales sujetos.
Primera parada, aprovechamos para tomar fruta de los arboles, ya que sabíamos que en el cañón no íbamos a ver mucha
Nos empezamos adentrar en el cañón, aquí no había un camino definido, lo teníamos que ir haciendo nosotros, y en un principio por donde parecía más fácil luego se complicaba, y había que volver para atrás y coger la otra opción, si la había, sino te la inventabas. Subimos y bajamos, bajamos y subimos, entre las rocas, la maleza, y por el curso de las aguas que en ese momento no existían, ya que estábamos en otoño, todavía no había empezado la época de lluvias. Aquello con agua sería impresionante, pero a lo mejor sería inviable caminar por el cañón.
Bajando hacía el cañón, todavía nos encontrabamos sobre las copas de los árboles
Veíamos que el camino se estaba complicando, y después de salvar una zona, la más difícil hasta el momento, le digo a mi compañera riendo: “ya no podemos volver, ya sólo un camino”, mi compañera riendo también, y suspirando, me dice, “sí, sólo un camino”, (only one way). Ese camino era sólo ya hacia delante, ya no había opción de volver a atrás, ni tampoco entretenerse mucho, porque nos anochecería, y entonces sí que estaríamos perdidos. En un principio esta idea era muy vaga, pero, a medida que pasaban las horas y avanzábamos muy despacio, se hacía más presente. Nosotros no nos decíamos nada al respecto, pero lo pensábamos ambos, en el horizonte no veíamos el mar, sólo maleza, árboles y rocas. Pero por supuesto, nosotros nunca nos rendíamos, seguíamos avanzando, despacio pero con paso firme, además formábamos muy buen equipo. Nos íbamos ayudando mutuamente, abriéndonos camino, a escalar, a descender, etc. Nos compenetrábamos a la perfección.
No tiene mucha calidad la foto, pero se puede ver que ya estábamos dentro del cañón
El camino era precioso, no había agua como dije antes, pero el recorrido tenía varias cascadas, que teníamos que bajar con mucho cuidado. La verdad es que nos iba sorprendiendo cada paso que dábamos. sobran las palabras.
Aquí podemos ver uno de los numerosos saltos agua que tuvimos que bajar
Teníamos la necesidad de ver por dónde íbamos, mi teléfono me lo había dejado en casa (nos hubiera ayudado el GPS), ya que se puede decir que íbamos ciegos, no teníamos ni idea si estábamos cerca, si nos quedaba mucho, si nos habíamos desviado por otra ramal, etc. Para ello teníamos que salir del cañón, subir al punto más alto para ver si veíamos el mar. Subí y… “¡dios mío!”, “no me lo puedo creer”, el mar estaba ahí prácticamente, llamé a Helene para que subiera también, ya no podíamos seguir por abajo, teníamos que seguir por arriba, iba ser imposible subir luego, ya que había una caída de bastantes metros, era un acantilado. Tuvimos suerte de verlo en ese momento, ya que, si no, hubiéramos tenido que volver para atrás.
Arriba y abajo podemos ver el final del cañón y su salida al mar, la foto de arriba podemos intuir el recorrido desde la montaña. En la de abajo podemos ver como se mete el agua del mar. Pido de nuevo disculpas por la calidad de algunas fotos, pero utilizamos en algunas ocasiones una cámara de poca calidad, pero prefería publicarlas.
Estábamos muy contentos, lo habíamos conseguido, nos abrazamos muy fuerte, pero era ya por la tarde, no recuerdo la hora exactamente, pero no era pronto, el sol se estaba yendo, y aún nos quedaban unos 16 km. Por lo que la cosa no había acabado ni mucho menos. Nosotros teníamos que seguir hacía el siguiente pueblo, dirección Aggios Nikolaos, antes de llegar allí desviarnos montaña arriba para llegar de nuevo a Lagkada.
Pero ya nos vais conociendo, nosotros las cosas con tranquilidad. Primero disfrutamos de aquellas vistas del acantilado, no lo merecíamos, de qué sirve llegar si te vas enseguida y no disfrutas, en este caso de la naturaleza. Luego teníamos claro también que nos queríamos dar un bañito, estábamos sudando y queríamos relajarnos, disfrutar del mar. Para ello nos teníamos alejar del acantilado para localizar una playa.
La playa la encontramos (bueno, playa lo que es playa precisamente no), a las afueras del primer pueblo, un pueblo muy pequeño, recuerdo que sólo vimos unas 6 personas más o menos. Pero antes disfrutamos de un baño merecido, ya prácticamente no había sol. Tampoco teníamos toalla, nos secamos con nuestras propias ropas.
Podemos ver la playa donde tomamos un baño con el pueblo al fondo
Una vez vestidos nos adentramos en el pueblo, localizamos un nopal (esta planta y su fruta yo no la conocía, me la mostró mi amigo Jorge de México), y en esas fechas tenían fruto, comimos varias tunas, nos vinieron fenomenal, ya que no habíamos comido nada en todo el día, lo último fueron las granadas. La tuna es un fruto dulce, con mucha agua, pero para llegar a él, hay que salvar muchas espinas, pero como dice mi amigo Jorge, merecen la pena.
Aquí podemos ver tunas ya peladas en la casa, con cuchillo y tenedor para evitar las espinas. En este caso una piedra fue el plato, y con mi navaja que trae cuchara y tenedor ( éstas típicas del ejercito) nos ayudó bastante.
Nos habíamos refrescado y habíamos comido algo, la situación ya había cambiado por completo, estábamos con nuevas energías. Eso sí, una cosa que no había cambiado, incluso había ido a peor, era el reloj. Según nuestros cálculos no llegaríamos a casa hasta la 01:30 h., como muy pronto si seguíamos andando.
En el camino encontramos mandarinas, que nos vinieron muy bien. Seguimos nuestra ruta con tranquilidad, pero a paso acelerado. Ya cuando llegamos a la carretera de Lagkada, dijimos, “vamos hacer autostop”, estábamos un poco cansados, no había mucho tráfico, pero no recuerdo si nos paró el primer o el segundo coche. Creo que llegamos finalmente a casa las 23:30 o 00:00 h. Fue el día más largo de lo esperado, pero muy emocionante, íbamos paso a paso, y decidiendo en cada momento.
Pienso que el cañón son unos 6 km, Google esta parte no me la calcula, a esto hay que sumar los 2,10 km del principio y los 16,20 km de la última parte, un total de 24,30 km.
Podemos ver en el mapa de arriba la primera parte por el sendero de piedras. También podemos ver todo lo que supone el cañón, que tanto google, como la gente del bar, no me dan la opción de andar por él. Abajo vemos la tercera etapa, más tranquila pero más larga.
Si quiere puede colaborar con la vuelta al mundo y ASODEMA ( Asociación de atención a personas con capacidades y desarrollo diferentes de Madridejos ), entra en “Ayudas y patrocinios” en el blog, si tienes alguna duda puedes contactar conmigo en el e-mail charper8@hotmail.com, indica en el asunto Ayudas y Patrocinios. No siempre tengo internet, te puedo contestar enseguida como en dos semanas. Muchas gracias por su colaboración.
Impresionante y muy emotivo!!!
Un fuerte abrazo.
Muchas Gracias. Muchos besos por allí
OHhh yo de mayor quiero ser como tú! Muy emocionante. Cuídate, un besazo!
Je, Je muchas gracias. Un besito