Buenas de nuevo, perdonad el retraso, pero hasta que he puesto en orden el blog, me ha llevado tiempo. Sé que ahora me tengo que poner al día con los tres meses de viaje.
Si recuerdan el anterior articulo ( https://javierrodriguezgarcia.com/comenzo-la-aventura-25092016 ), después de las prisas en hacer la mochila y llegar al aeropuerto, el viaje a Atenas no fue precisamente tranquilo. Es más, ha sido el vuelo con más turbulencias que yo he sufrido. No fueron durante unos minutos, fue todo el vuelo, durante las tres horas y cuarenta y cinco minutos que duró. A mí me encanta volar, pero esta vez fue un poco incómodo. En el aterrizaje, cuando el avión ya estaba en tierra, no éramos conscientes de ello, “cuánto tarda en aterrizar”, pensábamos, ya que éste se seguía balanceando bruscamente, hasta que finalmente por fin se paró. Nadie dijo nada, pero la gente empezó a respirar de nuevo. Yo me pensé, “vaya recibimiento que me hace la ciudad de los dioses”, ¿Por qué será?